Hace días supe de una persona que compartió en redes sociales que desde María le han dado ataques de pánico, a lo que muchas otras le respondieron sin temor su realidad de estar pasando por lo mismo. La primera pregunta que me hice fue: ¿Habrán buscado ayuda o se quedó todo en las redes?
Me encuentro en los retiros, los talleres y con clientes en los «coachings» individuales con bellas personas que también se abren a expresar sus carencias, las angustias que viven y las ansiedades que a veces les controlan sus acciones o inacciones. Hace varios meses una me dijo al despedirse: «Su vida tiene que haber sido perfecta, hermosa, sin problemas.» Le pedí que se sentara nuevamente, tenía que explicarle, sin detalles personales, que todos somos iguales con respecto a tener debilidades y áreas en el carácter que nos toca trabajar, mejorar, aprender a transformarlos. ¿Es esa la percepción que se tiene de un «Life Coach»? ¿De un líder espiritual? ¿De un experto en la salud? No puedo hablar de otros, sí tengo la convicción de que perfecto nadie es. Todo esto me impulsa a continuar analizando, ¿Cuál es la causa? ¿Qué es lo que debemos atender? ¿Por qué no compartimos más nuestra vulnerabilidad? Entiendo que si nos escondemos menos detrás de la máscara de que no sentimos, no nos afectamos y no tenemos nada que cambiar, podríamos estar acercándonos a vivir con menos negatividad en nuestras relaciones interpersonales. Tanto laborales como familiares. También sufro penas, lloro cuando lo siento, siento las pérdidas, me dan ansiedad los malos entendidos y pensar mucho en el futuro. Yo también, manejo dudas, soy humana igual que todos. Sin embargo, algo que llevo años comunicando es la importancia de dar el paso, buscar ayuda, buscar el camino que traiga luz, respuestas verdaderas. Que seamos humildes en reconocer y valientes en decidir mirarnos sin filtro, todos tenemos algo que mejorar, todos, hasta los que trabajamos ayudando a otros en cualquier industria. Cuando nos comunicamos con un, «te entiendo» o «yo también», nos abrimos la puerta unos a otros a unirnos, fortalecernos y sentirnos apreciados. Así abonamos a nuestra autoestima porque nos acerca a aceptarnos más como realmente somos. Somos todos un trabajo en progreso, más allá de reconocerlo, cuando nos enrollamos las mangas y nos encargamos de ello. Nadie lo hará por nosotros. Mi recomendación es: seamos honestos al mirarnos a nosotros mismos,tengamos Fe completa en el proceso, busquemos ayuda cuando la necesitemos con quien pueda estimularnos a crecer y a ser nuestra mejor versión y no quedarnos en nuestro ego que siempre nos da las excusas. Vamos a decirnos más lo que vemos de cada uno que sea hermoso, positivo, que nos impulse a creer y querer continuar esculpiéndonos como obra de arte hasta brillar desde nuestra divinidad, que eso somos todos. Tú y yo también.